Cicatrices de acné: cuando las páginas están grapadas (por qué la subcisión con endoláser importa)

Imagina que tu piel es un manuscrito. El acné dejó marcas: no solo tachones en la superficie, sino páginas que se quedaron grapadas al cartón de la encuadernación. Lees y, de repente, el renglón se hunde. No es un problema de tinta (textura), es un problema de anclaje.

Puedes pasar un rodillo por encima (peelings, microneedling, láser superficial) y mejorar la tinta, sí. Pero si las grapas siguen puestas, la frase vuelve a hundirse. El texto no recupera relieve porque algo tira desde abajo.

Ahí entra la subcisión: el gesto del editor que retira las grapas invisibles para que la página vuelva a su plano. Y cuando lo hacemos con endoláser, la herramienta no es solo una espátula que despega: es una fibra que corta con precisión los tabiques fibrosos y, a la vez, coagula y retrae de forma controlada el tejido profundo. Menos sangrado, más control del plano, mejor plataforma para el siguiente capítulo (láser fraccional, bioestimuladores, etc.).

Cuando las grapas caen, el papel se relaja. Los renglones vuelven a alinearse. Entonces sí: retocas la tipografía y la tinta y el capítulo se lee de corrido.

Qué cicatrices “piden” subcisión (y por qué):

  • Rolling y boxcar ancladas: depresiones que cambian con la tensión de la piel o al estirarla con los dedos → hay tabiques que fijan la dermis a planos profundos.
  • Sombras en mejillas que mejoran al inflar ligeramente el carrillo → signo de tracción.
  • No es para todas: las ice-pick (pinchazo profundo y estrecho) responden mejor a TCA-CROSS o CO2 o punch; la hipertrófica/queloide se maneja con otra estrategia.

Por qué con endoláser (ventajas prácticas):

  • Liberación precisa de septos fibrosos con la punta de la fibra (corte direccional controlado).
  • Hemostasia intradérmica que reduce hematomas y downtime respecto a técnicas puramente mecánicas.
  • Efecto térmico profundo que favorece cierta retracción y estimula neocolagénesis en el plano liberado.
  • Tunelización limpia para combinar en el mismo acto con bioestimuladores (p. ej., PLLA/CPM) cuando está indicado.

Cómo lo encajamos en un plan por etapas (simple y efectivo):

  1. Evaluación: mapa de cicatrices (rolling/boxcar/ice-pick), test de estiramiento, fotos estandarizadas.

2. En la misma sesión se realiza subcisión con endoláseren áreas ancladas y posterior láser fraccional o ablativo completo (CO₂/Er:YAG) para suavizar superficie y bordes ahora que el plano está libre.

3. Refuerzo: bioestimuladores o otros láseres o dispositivos basados en la energía si persiste el problema, hasta que pasen unos 6 meses y se plantee o no realizar otra sesión, probablemente más suave.

4. Mantenimiento: fotoprotección, control de inflamación y hábitos; revisiones y nuevas sesiones si se precisa.

Expectativas y seguridad

  • Mejora significativa, no borrado total: buscamos que las sombras no “te saquen” de la lectura.
  • Downtime típico: inflamación 48–72 h; posibles hematomas 7–10 días.
  • Riesgos poco frecuentes pero posibles: equimosis, irregularidad transitoria, fallo transitorio de algún nervio; todos se minimizan con técnica y cuidados.
  • Post: frío intermitente primeras 24 horas, compresión ligera, evitar anticoagulantes sin indicación, higiene suave y SPF alto.

Si tus cicatrices se comportan como páginas grapadas, limar la tinta no basta.

Primero soltamos las grapas con subcisión-endoláser; luego refinamos la superficie. El resultado se nota en el espejo y, sobre todo, en la luz: deja de hacer sombra.

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